Extrañas navidades éstas, más que por la pandemia por la gestión de la misma. Se desconoce, un año después, el origen, el modo de contagio, la efectividad de las medidas o la composición de las vacunas (la mayor parte de los medios de comunicación actúan de voceros, por ignorancia y/o por interés, y su análisis es escaso o inexistente) y la mediocridad de la mayor parte de los dirigentes resulta pasmosa. En fin. En tanto se desarrollan los acontecimientos, deberíamos preguntarnos, como Cicerón, QUI PRODEST (¿A quién beneficia?). En su obra Medea, el filósofo cordobés Lucio Anneo Séneca (4 a.C. – 65 d-. C.), proclamaba “cui prodest scelus, is fecit» (“aquel a quien beneficia el delito es quien lo ha cometido”).
Mi hija Zoe me ha propuesto ver la recién estrenada ‘El desorden que dejas’, en Netflix. Miniserie de 8 episodios escrita y dirigida por Carlos Montero. Trata de Raquel (Inma Cuesta), una joven profesora de literatura que, con la intención de darle una última oportunidad a su matrimonio acepta un trabajo en el instituto del pueblo donde creció su marido. Entre los trabajos de sus alumnos el primer día de clase, encuentra una nota: “Y tú, ¿cuánto vas a tardar en morir?” Su ilusión por impartir clases choque con unos alumnos que la reciben con esa macabra bienvenida. Pronto descubrirá que la profesora a la que sustituye, Viruca (Bárbara Lennie), ha marcado decisivamente la vida de todos. Raquel iniciará su propia búsqueda para descubrir la verdad en un lugar en el que todos parecen guardar secretos.
Ayer volví a leer un libro de 1989, ‘Why leaders can’t lead’ (Por qué los líderes no pueden liderar) de Warren Bennis. El profesor Bennis (1925-2014) es el padre científico del Liderazgo con su artículo ‘Una teoría revisionista del Liderazgo’ (Harvard Business Review, 1961). Fue el oficial más joven del teatro de operaciones en la II Guerra Mundial, con menos de 20 años, y ganó el Corazón Púrpura y la Estrella de Bronce. Tras licenciarse en Antioch College (1947) y hacer un postgrado en la London School of Economics con honores, marchó como discípulo de Douglas McGregor en el MIT, donde se doctoró en 1955.
En 1967, Bennis decidió pasar de la teoría a la práctica. Marchó a la Universidad de Nueva York en Bufallo y como Rector de la Universidad de Cincinatti en 1971 (tenía 46 años). Fruto de esa experiencia son sus libros ‘La delgada torre de marfil’ (1973) y el mencionado ‘Por qué los líderes no pueden liderar’. Estuvo como Rector cinco años y tras sufrir un infarto en 1979 se fue como profe distinguido a la USC. Universidad del Sur de California. Escribió 27 libros (entre ellos, ‘Líderes’ y ‘Convertirse en líder’). Sus memorias, ‘Still Surprised’, se publicaron en 2010. Tuve el honor de conocerle en Budapest en los 90, en una reunión internacional de HayGroup.
De la relectura de esta etapa de “querer y no poder” en la institución universitaria, me quedo con:
- La relación entre la Gestión y el Liderazgo, De Warren Bennis aprendimos que los directivos hacen las cosas bien (make things right) y l@s líderes hacen lo correcto (make the right thing). El Liderazgo es la gestión de la Atención (foco), del Significado (Propósito), de la Confianza y de un@ mism@ (Self). Son las 4 i del modelo de Liderazgo de Siilvia Damiano (About My Brain): Inspirador, Integrador, Imaginativo e Intuitivo. Tenemos que medirlo para desarrollarlo.
- El Liderazgo consigue que las personas se sientan importantes, el aprendizaje y ser competentes importe, la gente forme parte de una comunidad y el empleo (que no trabajo) sea excitante. Nada menos.
- El cambio es la metafísica de muestro tiempo. Requiere de Claridad, de Confianza y de Participación (protagonistas, no víctimas).
- Bennis cita el efecto Wallenda (“si crees que te caes, te caes”) y a Thomas Kuhn en ‘La estructura de las revoluciones científicas’ (el poder del paradigma).
- Una sociedad sin sueños supone el declinar del Liderazgo auténtico. Bennis, que asesoró a cuatro presidentes de EE UU, echana a faltar a Churchill, Jack y Bob Kennedy, Martin Luther King, Gandhi, Ben Gurion o Golda Meir.
- Las partes del problema: los jefazos (bosses) como héroes y celebridades, demasiados jefecillos (chiefs), la obsesión por la rentabilidad a corto plazo, la deshumanización (desde 1928, el capital humano es la clave de la productividad) y el riesgo de pactar a toda costa. “The Name of the Game is Greed” (El nombre del juego es la codicia).
- Las partes de la solución. Liderar para marcar la diferencia, un futuro brillante para la complejidad (E. B. White), dejemos que las virtudes brillen y cancelemos el efecto Doppelgänger (el doble perverso de cada persona) por los papeles del Pentágono (Robert McNamara) y el Irán-contra (Ronald Reagan).
- Bennis reivindica las 8 habilidades (skills) de Liderazgo según Henry Mintzberg (1971): con los pares, con los colaboradores, de resolución de conflictos, de procesamiento de información, de toma de decisiones, asignación de recursos, emprendimiento e introspección. El factor X es la necesidad de creer.
- “Las grandes necesidades llaman a grandes líderes”, Thomas Jefferson (1743-1826).
Mi gratitud y admiración al profesor Bennis, pionero en el Liderazgo que probó los sinsabores de la burocracia, el inmovilismo y la mediocridad.
La canción de hoy, “Lo que no te mata, te hace más fuerte” (Nietzsche, a través de Kelly Clarkson, “Stronger”).
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