20D2020. Mañana fría, aunque no lluviosa, en Madrid este domingo. Día de almuerzo familiar (no más de seis allegados, ya sabes, aunque ayer los centros comerciales y el transporte público estuvieran atestados; es la diferencia del poder de negociación con las familias y la hostelería). Espero que las deseadas vacunas acaben de una vez con esta locura de incompetencia.
He estado leyendo ‘Gustar y emocionar. Ensayo sobre la sociedad de la seducción’, del filósofo francés Gilles Lipovetsky. El considerado heredero intelectual de Tocqueville y Louis Dumont, autor de La era del vacío, El imperio de lo efímero, El crepúsculo del deber, El lujo eterno o La pantalla global, es uno de mis pensadores favoritos. En este caso, cita a Jean Racine (1620) en el prólogo a Bérenice: “la regla principal es gustar y emocionar; todas las demás están hechas para alcanzar esta primera”.
Lipovetsky aborda la seducción desde dos enfoques. El primero, la seducción erótica, desde el cortejo en las sociedades primitivas hasta los actuales portales de internet para encontrar pareja y en general las redes sociales para seducir. El segundo, aún más amplio, es el de una sociedad que utiliza técnicas de seducción en el marketing, los medios, la economía, la educación y por supuesto la política.
Todo un cambio de paradigma. Ya no se trata de imponer, obligar, ordenar, hacer obedecer, sino de gustar y emocionar desde la seducción. En una sociedad individualista a más no poder, Gilles Lipovetsky llama a nuestro tiempo el del “donjuanismo consumista”.
En el campo que me apasiona, el del Talento y el Liderazgo, la escasez del talento (que ya es penuria, en esta “tormenta perfecta” de millones de desempleados y casi la mitad de empleos con dificultad para ser cubiertos) ha provocado el paso de la selección a la seducción. El Talento (inteligencia triunfante que elige bien las metas, maneja la información, gestiona las emociones y practica las virtudes de la acción, según la feliz definición de José Antonio Marina de 2017 que actualiza la del DRAE, obsoleta) tiene múltiples opciones y debe ser seducido por el propósito corporativo, por la identidad empresarial (valores, cultura), por la capacidad de seguir aprendiendo, por el talento colectivo (megasinergias) y por el carácter del primer/a ejecutiv@. El Imán de Talento en la Sociedad de la Seducción.
Pero además está la seducción de la bondad, de la autenticidad. Frente a los guapos narcisistas, el atractivo de la buena gente. El Liderazgo, de la inteligencia a la ética pasando por la compasión, por una forma elevada de empatía. Estamos viviendo políticas de seducción para la manipulación y la alienación, que Lipovetsky denuncia, y deberíamos utilizar el capital atractivo para la libertad y la responsabilidad, de forma tónica y no tóxica, para que las personas demos la mejor versión de nosotras mismas.
“¿Cómo será la seducción del mañana?”, se plantea el filósofo francés. E introduce con sabiduría la noción de Sostenibilidad. En el mundo de las empresas y de la gestión del talento, aquéllas con atractivo que simplemente se aprovechen de las personas con talento, que aportan un valor diferencial, simplemente perecerán. Porque más allá de atraer, no sabrán/podrán fidelizar al talento (alta rotación voluntaria) ni desarrollarlo, ni lograr su compromiso. El talento que no se aprecia se deprecia. Gilles lo llama “la seducción negra de la atracción fatal”. Podemos verlo en programas de televisión como ‘First Dates’ o ‘La isla de la tentación’. Los guapos narcisistas son peligrosísimos porque su búsqueda del poder es individual y no social, en términos de David McClelland, el padre de la motivación. Lo que salvará el mundo, según este pensador (y un servidor se apunta) es la innovación emprendedora, basada en la educación y la cultura.
Si quieres disfrutar de un buen resumen (y críticas) de ‘Gustar y emocionar’. lo tienes en Jardín de quimeras (RNE, sábados a las 11,10 am) del pasado 28 de octubre pasado.
Un buen ejemplo de esta sociedad de la seducción es la película francesa Enamorado de mi mujer (Amoureux de ma femme), una comedia dirigida e interpretada por Daniel Auteil con Gerard Depardieu, Adriana Ugarte y Sandrine Kiberlain, estrenada en 2018. Daniel es un editor parisino que se encuentra con Patrick, un amigo que se acaba de separar y cuya mujer anterior es la mejor amiga de la esposa de Daniel. En la cena, Patrick lleva a su nueva novia y Daniel fantasea con ella. Comedia romántica, inteligente ambigua, que pone en evidencia el patetismo de algunos varones. Grandes actores y actrices (Adriana Ugarte se desenvuelve muy bien en francés), diálogos cuidados. Entretenida.
‘Seduce me’ de Roxette (1991) es la canción de hoy.
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