Soleado domingo a una semana de que acabe el otoño de la segunda ola. Hay motivos para la esperanza.
La canción de hoy, por la gran Tina Turner, es ‘We don’t need another hero’. “Love and Compassion, their days are coming”. No necesitamos más héroes y heroínas que nosotr@s mism@s. Esta ha de ser la navidad de la responsabilidad, para evitar riesgos innecesarios.
Ayer por la tarde estuve viendo en Amazon Prime Video, de nuevo, El silencio de los corderos (1991), de Jonathan Demme. Basada en la novela de Thomas Harris, es la historia de la colaboración entre la joven agente del FBI Clarice Sterling (Jodie Foster) y el psicópata y psiquiatra Dr. Hanibal Lecter (Anthony Hopkins) para detener a Búfalo Bill, un asesino en serie de jóvenes. Más allá de la historia de terror, es un tratado sobre la naturaleza humana, la utilización de los cinco sentidos y la memoria, los principios (Meditaciones de Marco Aurelio), el valor de la amabilidad y la simbiosis (Quid pro Quo). Ganó los cinco Óscars principales: Mejor película, Director, Actor, Actriz y Guión, hazaña sólo repetida en 1934 (It happened one night, de Frank Capra) y 1975 (Alguien voló sobre el nido del cuco, de Milos Forman). Inquietante la banda sonora de Howard Shore. Con un presupuesto de 19 M $, recaudó 272’7 M y figura en la Biblioteca del Congreso de los EE UU como una de las mejores películas de la Historia.
He estado leyendo ‘Restaurar el alma de la empresa. Permanece humanos en la era de los datos’, de Rishad Tobaccowala, Chief Growth Officer de Publicis, el gigante de la comunicación y la publicidad con más de 80.000 profesionales. Ha sido conferenciante ante compañías como Kellogg’s, IBM, Amazon, Google o Facebook. La revista TIME le considera uno de los cinco innovadores más originales del marketing de nuestros días.
La tesis del libro, que comparto plenamente, es que los datos, por valiosos que sean, no son suficientes, para tomar decisiones apropiadas. Hace falta intuición, algo que es plenamente humano y fruto de la experiencia. La marca de los mejores profesionales. Para catalizar la transformación y conseguir un éxito duradero, debemos:
- Comprender la sinergia entre datos y emoción, la humanidad aumentada (“proyecto Centauro”, en palabras de Garry Kasparov), lo analógico y lo digital.
- Aprovechar las señales de alarma de las DBC (Compañías ciegas a los datos), aquéllas que han perdido el contacto humano, que innovan poco o nada porque los empleados, y especialmente los directivos, se dedican a tapar sus vergüenzas, y utilizan lo digital para empobrecer la calidad de servicio y herir de muerte a la marca comercial (lo barato sale caro).
- Aprender de las mejores prácticas, de Domino’s Pizza a Starbucks, de Netflix a Google, que replantean su Modelo de Negocio desde la tecnología, pero también, y es lo más importante, desde el humanismo.
- La Creatividad, cualidad que marca la diferencia en el mundo de hoy (Silvia Damiano), debemos aprovecharla desde la tecnología y desde las conexiones (networking), con una actitud de curiosidad, de atrevimiento y de colaboración. Si no somos crestivos, somos muy poco empleables (ya sabes que para un servidor las “islas CIEs” de lo plenamente humano son la Creatividad, la Intuición y la Emocionalidad. A más datos, más peso de las CIEs.
Mi gratitud y admiración a Rishad Tobaccowala por este magnífico libro.
¿Cuál es la relación entre el Alma y el Talento? Más allá de las tradiciones religiosas previas, el concepto de Alma fue acuñado por mi coach favorito, Aristóteles de Estagira, en su libro Sobre el Alma, del 350 a. C, Aristóteles sostenía que el Alma (psiqué) es la esencia de los seres vivos, distinta de su cuerpo, El alma de las plantas les permite alimentarse y reproducirse. El de los animales incluye la percepción sensorial y el movimiento. Los humanos tenemos además el intelecto, la consciencia. Avicena (980-1037) escribió un comentario de De Anima, que fue traducido al latín por Miguel Escoto. Hoy hablamos del “alma de la empresa” como la Fuerza Vital que la impulsa. Como el Talento es Capacidad por Compromiso en el Contexto adecuado, el Alma conecta con la energía que ponemos al proyecto, que es Involucración, Enganche, Compromiso en definitiva.
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