Me encanta este puente de la Constitución en el que vienen amigos a Madrid y disfrutamos de varias obras de teatro. Ayer fue ‘Un marido ideal’ de Oscar Wilde en la versión de Eduardo Galán (los 12 personajes de la obra original quedan reducidos a cinco). Una reflexión irónica sobre los políticos, la corrupción, el matrimonio (“la única diferencia entre un capricho y la pasión eterna es que el capricho suele durar algo más”), la prensa y las relaciones humanas. Sir Robert Chiltern (Juanjo Artero), ministro de Asuntos Exteriores del gobierno de Su Majestad británica, es un adalid contra la corrupción y un marido ideal para Lady Gertrudis (María Besant). La armonía del matrimonio la altera la periodista Mrs. Mabel Chevely (Ania Hernández), que amenaza al Ministro con revelar un escándalo de su pasado. Sintiéndose acorralado, Sir Robert pide ayuda a su amigo Lord Arthur Goring (Dani Muriel), todo un dandy, antiguo amante de la Srta, Chevely, que pretende casarse con la hermana del Ministro, Laura (CAndela Serrat). Todo un enredo. “Todos los pecados, excepto el pecado contra el mismo, debería perdonarlos el amor” (Oscar Wilde). 120 años después del estreno de la obra, está tan fresca como el primer día: “He puesto todo mi genio en mi vida; en mi obra sólo he puesto mi talento”.
Antes, había ido con mi hija Zoe a la COP25 en IFEMA, a visitar los pabellones y escuchar al Alcalde de Madrid hablar contra el Cambio Climático. Esta mañana ha llegado la famosa Greta Thunberg a la capital.
Por la noche, cena en el restaurante Gaudium Chamberí (Santa Feliciana, 14). Exquisita cocina “de nuestras tatarabuelas” por el chef Juan Carlos Peña. Deliciosos pescados, entrantes y un muy buen Godello. Un trato delicioso. Mi gratitud, una vez más, a Mar y Enrique por su iniciativa e invitación.
Esta mañana de la Constitución he estado viendo un par de documentales de Netflix: The movies that made us (Las pelis que nos han hecho ser como somos), primer episodio sobre ‘Dirty Dancing’ (1987), la primera película que vi en cine en los EE UU (trabajando para Honeywell en Minneapolis) y el episodio de Abstract sobre el diseñador digital Ian Spalter (Nike, Instagram). Así es el Talento, a nivel individual y colectivo.
He estado leyendo ‘The Age of Surveillance Capitalism’ (La Era del Capitalismo de Vigilancia), de la profesora de Harvard Shoshana Zuboff. Lo que Ford y General Motors hicieron en la capitalismo de producto lo ha hecho Google como empresa pionera de la vigilancia. “La experiencia humana” ha sido capturada por las empresas digitales. Datos de comportamiento combinados con la IA para formar “un producto predictivo” que se vende en un nuevo “marketplace”, un mercado en el que se apuesta. “Nuestro futuro se vende y compra en un nuevo mercado”. Si quieres escuchar una entrevista sobre el libro de la profesora Zuboff, aquí la tienes:
“Los datos son el nuevo petróleo” (frase popularizada por The Economist) y el “superávit conductual” (bahavioral surplus) es el activo a tener en cuenta. Bienvenidos a la explotación de los datos. Los clientes piensan que están jugando a Pokemon Go, por ejemplo, cuando el juego es otro (qué te pueden vender). Estamos en la “coerción invisible”.
Un servidor piensa que “los candi-datos son el nuevo petróleo”. Candidatos al empleo que prefiero llamar “learning mates” (compañeros de aprendizaje). La Tribu del Talento, gestionando su Carrera personal y profesional. Bien utilizadas, las máquinas nos pueden hacer más poderosos (Humanidad Aumentada). Sin Educación, las máquinas sustituirán a quienes no aprecien su talento.
La canción de hoy, ‘Every breath you take”, de The Police, en la banda sonora de ‘Stranger things’
I’ll be watching you…