Mi hija Zoe quiere ir a ver ‘Érase una vez en Hollywood’. Particularmente, no soy nada fan de Tarantino. No me gusta su violencia gratuita y sé que, aunque las críticas suelen ser muy buenas, tiene su público y eso no me afecta en absoluto (pasé de ‘Los odiosos 8’ y de ‘Django desencadenado’, creo que ‘Kill Bill’ está sobrevalorada, ¿y qué decir de ‘Reservoir dogs’ o ‘Pulp Fiction’? En fin.
Cuento todo esto porque el Dr. Alan Castel, profesor de psicología de la cognición en UCLA (Universidad de California en Los Angeles) y experto en metacogición se preguntaba en un artículo de Psychology Today de esta semana si Hollywood podía alterar la historia.
Y se refería precisamente a la interpretación de Tarantino de los asesinatos de Sharon Tate y Labianca a manos de Sharon Tate y su pandilla de locos en 1969. Según parece, la versión de Tarantino, fantasiosa y llena de violencia, no tiene casi nada que ver con la realidad.
De una parte, el séptimo arte es entretenido y nos permite acercarnos a grandes historias, como las de Mandela, Lincoln o la Pasión de Cristo. De otra, cuenta el relato a su manera (por ejemplo, la participación de los estadounidenses en la II Guerra Mundial). El Dr.Castel nos cuenta un experimento con Bugs Bunny en Disneyland. Evidentemente, una falacia, porque “el conejo de la suerte” es un personaje de Warner Bros y no podría ser visto en un parque de atracciones de Disney. Sin embargo, la gente se lo cree.
En fin, gusto por el cine y simultáneamente pensamiento crítico (cualidad esencial en estos tiempos de “fake news”). Que diga una historia de Hollywood “basado en una historia real” no significa en absoluto que sea una historia real. La educación, la preparación, el conocimiento son el mejor antídoto contra la mala información.
La canción de hoy, ‘Love Missile F1-11’ de Sigue Sigue Sputnik