Tras una semana maravillosamente intensa con sesiones de coaching a dos de las mayores empresas españolas, los premios GENIO en Gijón, reuniones de dirección y celebraciones de cumpleaños, dos presentaciones de libros (Monetízate y Todo cuenta), diálogo con Josep Borrell (AmCham) y círculo sobre implantación de la estrategia (Club de Excelencia en Gestión), un sábado de sol (en Madrid hemos alcanzado los 30º), lecturas al aire libre, fútbol (el regreso del Liderazgo Zidane, con la recuperación de Keylor Navas, Bale, Isco, Marcelo, Benzema, Marco Asensio…) y descanso en suma.
He estado leyendo ‘Jugarse la piel (Skin in the game). Asimetrías ocultas en la vida cotidiana’, de Nassim Nicholas Taleb. Nacido en Beirut en 1960, este ensayista, profesor de la Universidad de Massachussets y la London Business School, nos sorprendió con conceptos como “el cisne negro” y “antifrágil”. En éste aborda cuatro temas:
a) la incertidumbre y la fiabilidad del conocimiento, tanto práctico como científico.
b) la simetría en los asuntos humanos: la equidad, la justicia, la responsabilidad y la reciprocidad.
c) el intercambio de información en las transacciones.
d) la racionalidad en los sistemas complejos y en el mundo real.
El autor insiste en que en el ámbito erudito no hay diferencias entre el mundo académico y el mundo real; en el ámbito real, sí las hay. Por tanto, “no me digas lo que “piensas”, dime lo que hay en tu cartera”.
Anteo era un gigante hijo de Gea (la tierra) y Poseidón (el mar). Hércules le venció, en uno de sus 12 trabajo, porque perdía todos sus poderes si se desconectaba de la tierra. Interesante metáfora. “No podemos separar el conocimiento de su contacto con el suelo”. Taleb pone como ejemplo Libia tras Gadaffi, convertido en el mayor mercado de esclavos del mundo (hoy hay más esclavos que durante el Imperio Romano). Los intelectualoides intervencionistas piensan en términos estáticos, a pequeña escala y de acciones; la realidad es dinámica, global y de interacciones. Es “ludes de alieno corrio” (jugar con la vida de los demás). Los personajes de la antigüedad eran guerreros y se jugaban la vida. “La burocracia es un estructura mediante la cual una persona es conscientemente separada de las consecuencias de sus actos”. El comercio a la Bob Rubin (por el nombre del Secretario de Estado USA que ganó 120 M $ como ejecutivo de Citibank y cuando el banco se declaró insolvente lo explicó por la incertidumbre). “El mecanismo de transferencia de riesgos impide el aprendizaje”. Jugarse la piel (el trasero, que es más propio) mantiene la soberbia bajo control.Desde Hammurabi (la ley del talión: ojo por ojo) a Kant (el imperativo categórico). ha habido simetría entre lo que ganas y lo que pierdes. “Somos mucho mejores en la acción que en la comprensión”. “La predicción (que se expresa en palabras) no guarda relación con la especulación (que se expresa en actos)”. La regla es “quienes hablan deberían actuar y quienes actúan deberían hablar”. Porque “las personas que no se juegan la piel no entienden la sencillez”. Y más que jugarse la piel, jugarse el alma: “si no asumes riesgos por tus propias decisiones, no eres nada”. Taleb defiende a los artesanos, “que ponen el alma en su trabajo”: el malvado toma el camino corto y el virtuoso el largo. La destreza para hacer cosas suele separarse de la destreza para venderlas. “Los héroes no son ratones de biblioteca”.
“Quien atrapa las tortugas debe comérselas” (refrán de la Antigüedad). Quienes ofrecen consejos suelen recibir beneficios, pero no perjuicios si la cosa acaba mal. “Las leyes vienen y mal; la ética permanece”. La escala es importante (a nivel global soy liberal, en lo estatal republicano, en lo local demócrata y con los míos socialista). En griego “synkyndineo” es “asumir las consecuencias de las transacciones”. Como anécdota histórica, en la administración de las casas griegas de la Antigüedad el administrador era el esclavo (porque era el que más tenía que perder).
Enorme asimetría: gana el más intolerante, porque es el dominio de la minoría tozuda. Aplicable a los alérgicos a los cacahuetes, a los ultrakosher, a los vetos, a las lenguas (“los genes viajan, las lenguas no tanto”), a las religiones, a los mercados… “El mercado es como un cine con la puerta pequeña”. “Unus sed leo” (Uno solo, pero león). Siguiendo a Alejandro Magno, mejor un rebaño de ovejas conducido por un león que un grupo de leones liderado por una oveja. “Los individuos no necesitan saber dónde van; los mercados sí”.
Lobos entre perros. Talen nos habla de los giróvagos, monjes libres, que fueron eliminados en el Concilio de Calcedonia. “Quien ha sido empleado a lo largo de su vida presenta señales claras de sumisión”. “Un hombre de empresa es aquel que tiene mucho que perder si no se comporta como
un hombre de empresa, es decir, jugándose la piel”.”Un empresario es -por naturaleza-más valioso dentro de una empresa que fuera de ella; es decir, más valioso para la empresa que para el mercado” (Ronald Coase). la pregunta es si queremos ser perros o lobos. “Lo importante no es lo que una persona tiene o no tiene, sino lo que teme perder”. Cuanto más tienes que perder, más frágil eres (aplicable a todo, hasta a la última película de Rocky, Creed II).
Decisiones éticas: no se pueden tomar cuando estás atrapado entre lo particular (familia, amigos) y lo general.
Estar vivo significa asumir algunos riesgos. “La gente sabe diferenciar a quienes saben dar la cara de quienes no lo hacen”. Hay intelectuales idiotas (que no aprenden), que fomentan la desigualdad (hay desigualdades más iguales que otras), que faltan a la ética porque se enriquecen con lo público.
“Cuando carece de control (debido a la falta de asunción de riesgos) la academia tiende a convertirse en un juego de publicaciones ritualista y autorreferencial”. Ejemplos; disonancia cognitiva, aversión a la pérdida, consejo negativo, jugarse la piel, antifragilidad (“Cuando nuestra alma está sosegada, puede venir una abeja a picarnos”, Séneca), descuento de tiempo (“más vale pájaro en mano…”), La locura de las multitudes, menos es más, exceso de confianza, paradoja del progreso y paradoja de la elección,
“Aquello que se puede presentar y expresar en una narración inequívoca y que convenza a los más imbéciles es una trampa para imbéciles”. Taleb considera que el verdadero intelecto no debería parecer intelectual (“nunca contrates a un académico”, aconseja). ¿Por qué? Porque no tienen incentivos para implantar soluciones simplificadas.
Mientras la sociedad se plantee en términos de riqueza, siempre habrá quienes nos venda para su beneficio en perjuicio del bienestar general.
Hechos, no palabras. Porque “los hechos son ciertos y las palabras son falsas”. Se ha mercantilizado la virtud (como diría José Antonio Marina, son valores, conceptos, y no necesariamente virtudes, hábitos). Paz sin tinta ni sangre. Gente que habla de religión pero que no sabe de qué habla: no debería haber plegarias sin jugarnos la piel (¿el papa es ateo?, se pregunta Taleb).
Racionalidad. “Primero actúa la supervivencia, después la verdad, la comprensión y la ciencia” (“Para ganar dinero primero tienes que sobrevivir”, Warren Buffet). “Juzgar a la gente por sus creencias no es racional. No hay racionalidad en las creencias, hay racionalidad en las acciones. La racionalidad de una acción suele puede juzgarse en términos evolutivos”. La valentía y la precaución no son valores opuestos. “La racionalidad consiste en evitar la ruina sistémica”.
El consejo final de Nassim Nicholas Taleb es “Nada sin jugarse la piel”. Toda una invitación al compromiso. Me ha hecho pensar en ese 52% de compañías muy grandes (las Fortune 500) que han desparecido en los últimos 20 años (yo he trabajado en varias de ellas, como Honeywell, Arthur Andersen, Coopers & Lybrand o HayGroup) que se burocratizaron en exceso, y en lugar de orientarse realmente al cliente (y que los negocios fueran clientes internos de verdad) acabaron sirviendo a los departamentos, que justificaban jugar a no cometer errores en lugar de ser equipo, innovar y, por supuesto, servir a quienes pagan. Autorreferenciales y con asimetrñia de riesgos, como los intelectualoides que denuncia Taleb.
Moraleja: “nunca confíes en nadie que no se juegue la piel. De lo contrario, los tontos y los ladrones saldrán beneficiados y sus errores nunca los perseguirán”.
La canción de hoy, de Marta Soto (gracias Nico por la espléndida recomendación) ‘Entre cinco paredes’
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