Ha sentido mucho el fallecimiento a los 42 años de Pablo Herreros Ubalde ayer a consecuencia de un cáncer. Pablo era un gran primatólogo, una persona extraordinaria, autor de varios libros (el último, ‘La inteligencia emocional de los animales’, el pasado 24 de octubre) y presentador del programa de televisión ‘Yo, mono’. Era una autoridad en el comportamiento de los primates. Soy además amigo personal de su padre, Carlos Herreros de las Cuevas, uno de los mejores coaches y presidente de honor de AECOP (la Asociación de Coaching y consultoría de Procesos) como un servidor. Podemos recordarle en este TED sobre lo que nos enseñan los animales y los niños sobre la empresa:
Hoy. en medio de esta tristeza, he tenido la oportunidad de leer un libro importante, ‘El gusto por la belleza. Biología de la Atracción’, del profesor Michael J. Ryan (Universidad de Texas), una de las autoridades mundiales en zoología, que lleva más de 40 años estudiando el comportamiento de determinadas especies durante el cortejo.
El Dr. Ryan parte de la selección natural (la supervivencia del más apto) de Charles Darwin (‘El origen de las especies’ fue un best-seller instantáneo) y de su teoría de la selección sexual (‘El origen del hombre’, publicado 12 años después). “La naturaleza suele ir directo al grano” en comer, dormir, etc. Pero no así en el sexo, que requiere rituales de cortejo. El pavo real despliega su colorista cola, los grillos emiten cantos cautivadores, las arañas danzan y hacen vibrar sus telas, los humanos usamos perfumes, música, coches, moda, etc.
“La belleza está en el cerebro del receptor”, y no en una zona cerebral concreta, sino en varias. Ryan ha estudiado en profundidad en Centroamérica los chasquidos de la rana túngana (hay más de 6.000 tipos de rana y casi todas ellas croan); en el periodo de cortejo los machos emiten más de 5.000 cantos en una sola noche. Un ritual de atracción impresionante. Michael Ryan nos enseña que ni el sistema sensorial ni el percepctual son lineales.
“La belleza de las cosas sólo existe en la mente de quien las contempla” (David Hume). Esto es, la belleza está en el cerebro. En lo que llega a partir de los cinco sentidos, y especialmente en tres de ellos: la vista, el oído y el olfato. El autor repasa exhaustivamente estos tres órganos sexuales. En la visión, el color, las formas (simetría), el brillo o el movimiento: “el primer paso para conseguir pareja es que te vea”. Por ejemplo, los pájaros jardineros practican la decoración por sexo. Los sonidos del sexo: Helen Keller decía que la ceguera separaba a las personas de las cosas, pero la sordera separaba a las personas de otras personas. Oír es una hazaña extraordinaria, y por ello los cantos son atractivos (por ejemplo, la tórtola doméstica). La fragancia es aduladora: el olfato como poderoso hechicero (Helen Keller). “Para dejar una huella duradera, los olores son lo mejor”. Para Ryan, “el mayor logro de la ingeniería a lo largo de la historia de la belleza sexual es el perfume, y su importancia para los idilios es legendaria”.
También hay preferencias variables y preferencias ocultas, lo que hace la atracción más compleja. “Nada es gratis en el mercadillo sexual”. En el epílogo, Michael Ryan considera que “estamos rodeados de belleza con una diversidad apabullante”. La estética sexual no se genera desde arriba, sino desde dentro, en concreto desde el interior del cerebro. Nosotros (nuestra especie, como las demás) define la belleza, lo atractivo. “La belleza seguirá desconcertándonos con su aspecto y sus elementos siempre que nos encontremos con ella”. Desde el concepto de “selección sexual” de Darwin (1871) la ciencia ha avanzado mucho, y lo hará mucho más sobre cómo aparece la belleza, sus múltiples manifestaciones y el impacto en las distintas especies.
Libro importante el de Michael Ryan. Echaba de menos un texto de este nivel sobre la biología de la atracción. Te recomiendo la entrevista a este profesor en el blog de la Universidad de Princeton con motivo de la publicación de ‘A taste for the beautifull’ este mismo año:
La canción de hoy, ‘Ven a mí’ de Andrea Bocelli con su hijo Matteo, en la banda sonora de la película de Disney ‘El cascanueces y los cuatro reinos’
“Ven sin permiso a mi corazón”
“Ven a mí, abrázame”
Si la quieres oír en inglés, ‘Fall on me’
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