Hoy he disfrutado de una muy práctica reunión de operaciones de Manpower (gracias, Manu, por la invitación) y de un almuerzo muy interesante con mi buen amigo Carlos Herreros de las Cuevas. Carlos Herreros es presidente de honor de AECOP y sin duda uno de los mejores coaches de nuestro país. Tiene un concepto de la Estrategia que comparto, ligado a la supervivencia de la empresa, y próximamente publicará un nuevo libro, sobre Aprendizaje Vertical. Gracias, Carlos, por el almuerzo.
Puedes conocer sus reflexiones en este artículo:
El pasado viernes me acerqué a una oficina bancaria de la entidad de la que soy cliente para realizar una transferencia por una cuantía superior a la que permite el cajero automático. Lo hice a las 8,30 de la mañana, y la profesional del banco, antes que nada, me preguntó si no prefería hacerlo por internet. Le comenté que prefería que me atendiera ella. Evidentemente, si la calidad de servicio es excelente, como cliente preferiré que las entidades tengan más oficinas abiertas. Si sólo utilizo un canal (el virtual), el empleo de esta señora está en riesgo.
Prácticamente todas las organizaciones declaran estar en procesos de transformación digital (me temo que también aquí se cumple la regla de Pareto: sólo un 20% de las empresas realmente se está digitalizando; el resto está meramente en el discurso). La promesa (de valor) es la eficiencia, el servicio al cliente y la innovación. La disrupción, en definitiva.
El problema surge con la falsa promesa: tratar de recortar un 30% los costes “porque sí”, que la digitalización merme la calidad de servicio y no favorezca precisamente la innovación. Que la promesa quede en agua de borrajas.
El ejemplo bancario antes mencionado es una muestra de “esconderse tras la máquina”. El valor de la netamente humano, lo que hoy por hoy no puede ser sustituido por las máquinas, es la curiosidad y creatividad, la inteligencia emocional y la resolución de problemas complejos (intuición). La digitalización es una magnífica ocasión para que los profesionales den la mejor versión de sí mismos.
Y respecto a las organizaciones, las que tratan a sus integrantes como “robots de segunda categoría”, con escasa dignidad y respeto, se arriesgan a perder a l@s mejores. Las que ponen el Talento en el centro, desde la atracción al desarrollo y el compromiso, aprovecharán mejor la Tecnología precisamente como trampolín del talento.
No cabe escudarse tras las máquinas, sino volcarse en la simbiosis de lo tecnológico para lo humano.
La canción de hoy, en la versión de Rod Stewart, es ‘Someone to watch over me’.
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