Este Mundial sigue deparándonos muchas enseñanzas prácticas. No va a ser el torneo de Cristiano ni de Messi, ni de Neymar ni de Isco, ni de Toni Kross… sino de los grandes equipos: Francia y Bélgica, Inglaterra y Croacia.
Liderazgo de Servicio, tal como relataba Diego Torres en El País: ‘O Rei De Bruyne’ (gracias, Jorge, por recomendármelo): “Brasil se puso a los pies de Neymar. Fue lo previsible. Es normal ver equipos al servicio de sus mejores jugadores. Lo extraordinario fue lo que sucedió en Bélgica. Durante los primeros cuatro partidos que disputó en el Mundial, su mejor jugador, Kevin de Bruyne, se puso al servicio del equipo”.
De Bruyne, que despuntó como extremo en la Bundesliga, ha forjado su liderazgo con Pep Guardiola en el Manchester City. “El hombre se retrasó 20 metros en diagonal hacia el medio del campo y comenzó a jugar como interior alternando con la mediapunta. Dejó de meter tantos goles. Su cara apareció menos en los titulares de los telediarios —los jugadores lo llaman “highlight”—. Pero él se expandió. Dejó de ver las jugadas en 180 grados y comenzó a orientarse en 360. Dominaba el oficio del desborde y la finalización y empezó a controlar los tiempos y los espacios. A su alrededor, a fuerza de pasar la pelota en el momento justo, crecieron sus compañeros”. Es la paradoja: “Cuando los jugadores más desequilibrantes pasan a jugar en equipos más modestos suelen avanzar posiciones. Martínez hizo lo contrario cuando retrasó a De Bruyne todavía más. El movimiento fue un acto de humildad por parte de la estrella del equipo, que dio 20 pasos hacia atrás. Algo cada vez más raro en una industria que premia el afán propagandístico, y que permitió a Bélgica explotar las posibilidades de Hazard, Lukaku y Mertens, su magnífico trío de atacantes. De pronto, lo que había sido un prometedor conjunto de individualidades, se volvió una unidad administrada desde los pies del pelirrojo. La solidaridad de De Bruyne contagió a todos sus compañeros”.
Fue la genialidad del coach. “Martínez cambió el esquema frente a Brasil. Comenzó con un 4-3-3 que dio a Bélgica más orden en defensa y le restó conexión porque puso a Fellaini en el mediocampo, en donde carece de claridad. “Nos arriesgamos”, admitió el técnico; “es muy peligroso cambiar el esquema en medio de un torneo pero quisimos cortar las progresiones de Neymar, Coutinho y Marcelo; a cambio situamos a Lukaku y Hazard en zonas donde podíamos dañarlos a la contra. Esto no fue mérito mío. Los entrenadores nunca ganamos en las pizarras. Fue mérito de los jugadores que creyeron que podían llevarlo a cabo y lo ejecutaron en el campo. Esta convicción fue la clave”. Adelantando a De Bruyne como falso nueve, el entrenador le obligó a hacer un doble esfuerzo: retrasarse para iniciar las jugadas y avanzar para terminarlas”.
Eso hizo nuestro compatriota, el seleccionador de Bélgica, a la media hora de partido. “Cuando Romelu Lukaku trazó un eslalon por el mediocampo de Brasil, atravesando la pradera despoblada que dejan Coutinho y Paulinho cuando regresan a ayudar a sus defensas. Cuando Fernandinho y los centrales le salieron, Lukaku dejó solo al compañero que recorría el carril vacío de Coutinho: era De Bruyne. Con un derechazo, conectó la pelota con el empeine y la mandó junto al palo más lejano. Fue su primer gol en Rusia”.
Camino de la ducha, “O Rei” De Bruyne declaró: “Tengo que hacer lo que tengo que hacer para ganar los partidos”. “No me importa la posición que ocupe. Intento contribuir. Si juego atrás como interior sé que será más difícil meter goles, pero mi función ahora es asegurarme de calmar al equipo en las situaciones difíciles. Necesito que mis compañeros estén relajados cuando reciben el balón. Así se asumen riesgos y se acaba jugando bien. Contra Brasil a veces nos apresuramos demasiado pero creo que en otros momentos lo hicimos realmente bien. Quiero que mos compañeros vean que por ellos me dejo toda la energía que tengo. Así es como deben ser las cosas”. El triunfo de equipo, con un verdadero líder que se pone al servicio de los demás.
Precisamente en la sección Líderes de El Mundo, Miguel G. Corral entrevistaba al neurocientífico Rafael Yuste (Madrid, 1963): “Dentro de unas décadas podremos leer la mente humana”. El edificio en el que trabaja, en la Universidad de Columbia (Nueva York), está junto al del proyecto Manhattan: “Lo que más me estimula no es que mis colegas de Física hicieran la bomba atómica, sino que ellos fueron los que iniciaron la regulación de la energía atómica”. Mi admirado Rafa Yuste no sólo es el padre de la idea que convenció a Barack Obama para invertir 6.000 millones de dólares en el proyecto Brain para desvelar los secretos del cerebro humano, sino que también está siendo el primero en avisar de lo que está a la vuelta de la esquina: una nueva bomba atómica científica con la potencia suficiente como para manipular pensamientos, dirigir sentimientos, adulterar recuerdos o falsear emociones. El profesor Yuste “dedica casi la misma pasión a delimitar las fronteras éticas, que a investigar las tecnologías que permitirán caminar por los polémicos caminos de la manipulación del cerebro”. El pasado jueves, durante el “Values Day” en la sede del BBVA (la Vela), Yuste presentaba una foto del Museo de la Memoria Histórica de Santiago de Chile, con un muro en el que están escritos a lo largo de varias decenas de metros, uno a uno, la lista de los Derechos Humanos. “La Declaración de los Derechos Humanos es de otro tiempo. Y, mirando al futuro, los neuroderechos deberían estar incluidos en esa Declaración de los Derechos Humanos”.
¿Qué es el Proyecto Brain? “El cerebro genera la mente. Si entendemos el cerebro, entendemos la mente. Si podemos leer la actividad del cerebro, podemos leer la mente. Imagínate que podemos leer la mente y podemos manipular la actividad del cerebro, entonces podemos manipular la mente. Esto es de regla de tres, es de cajón. Antes o después podremos manipular la mente de las personas”. Por ello, “tenemos la obligación y la responsabilidad de encauzar el desarrollo de estas técnicas para que se utilicen para el beneficio de la Humanidad, y no para abusar de las personas”. Hemos de reproducir el juramento hipocrático: “no hagas daño”.
¿Y la IA? Me encanta la respuesta de Rafa Yuste: “Yo a veces me río cuando hablamos de inteligencia artificial, ¡si no sabemos qué es la inteligencia natural! Es como una metáfora de una metáfora. Cuando hablamos de inteligencia… ¿qué es eso? Hay una nube de humo. Más que de inteligencia artificial yo hablaría de algoritmos de optimización, que algunos están basados en los modelos de circuitos neuronales de los años 60. Están imitando algo que ya hemos descartado en la neurociencia. Y, a pesar de todo, les ha estado funcionando muy bien. Lo lógico es que cuanto más aprendamos sobre cerebro, mejor van a funcionar los algoritmos del machine learning, porque serán mucho más efectivos”. “El cerebro es una máquina de Turing biológica. Lleva 600 millones de años preparando algoritmos biológicos. Y es posible que sean mucho más complejos que los que procesa la computadora más compleja. «Son las selvas impenetrables donde muchos investigadores se han perdido», decía Ramón y Cajal.. y se refería a él mismo”. ¿El futuro cercano? “Dentro de cinco años seremos capaces de leer la actividad de 50.000 neuronas al tiempo, eso supone poder registrar el cerebro completo de algunos invertebrados; en 10 años podremos hacer lo mismo con cerca de un millón de neuronas, es decir, el tamaño del cerebro completo del mamífero más pequeño del mundo, el de la musaraña etrusca. Y en 15 años podremos leer grandes trozos de cerebros humanos involucrados en enfermedades como la esquizofrenia. Después, aprenderemos a manipular esos cerebros humanos para puentear los fallos que provocan las visiones esquizoides para arreglar este tipo de enfermedades mentales”. “Digamos que estamos abriendo las puertas por primera vez en la historia hacia una tecnología que permitirá modificar el libre albedrío de las personas. Igual que hay correctores de textos en nuestros teléfonos móviles que terminan las palabras que escribimos, podremos decidir hacia dónde va un pensamiento humano, terminar una idea, modificando la actividad del cerebro sin técnicas invasivas, quizá con un casco o una red situada sobre nuestra cabeza”.
¿Cómo asegurar que la ética esté presente? “En Columbia todos los estudiantes pasan un curso y medio leyendo a los clásicos para aprender a pensar y están obligados a tomar un curso de introducción a la ciencia donde les enseñamos los grandes momentos de la ciencia en la Historia: física de partículas, cuántica, biología, química… Y esto lo tienen que estudiar independientemente de si van a estudiar Medicina o Historia del Arte”.
Rafael Yuste pregona su pasión por el Real Madrid y considera que si Cristiano Ronaldo sale del equipo blanco, es mejor invertir el dinero en la cantera. Mañana mismo le envío un ejemplar de ‘Licencia para Ganar’, el libro sobre Cristiano Bond (muchas gracias por las espléndidas críticas recibidas de un libro que parece ser uno de los éxitos del verano y que se presentará en la Talent Tower el 24 de julio). Un icono que vale más de 100 M €.
La canción de hoy, ‘No tears left to cry’ de Ariana Grande:
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“Right now, I’m in a state of mind/ I wanna be in like all the time/ Ain’t got no tears left to cry”
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