Me divertí mucho viendo con mi hija Zoe las votaciones (por países y del público) del Festival de Eurovisión 2018 desde Lisboa. “Ganar el festival es muy difícil”, concluyó la comentarista Julia Varela, que narró el evento anoche junto con Tony Aguilar (el fallecido José María Íñigo, presentador donde los haya, lo había hecho en los siete años anteriores). Es muy difícil, casi imposible, si no sabes a qué juegas. Íñigo sabía muy bien cómo se “juega” Eurovisión, como antes José Luis Uribarri, que asistían como Casandras al desastre nacional año tras año (qué “mala suerte”).
¿Tiene talento quien gana Eurovisión? Por definición, sí. Porque Talento, como sabes, es “poner en valor lo que sabes, puedes y quieres hacer”. Y valor, uno de los conceptos nucleares de la economía y los negocios, es “lo que el cliente espera de ti”. Expectativas, que en un festival (porque no deja de ser un festival), deben nutrirse, entenderse y monetizarse. Si no juegas al cliente, pierdes; puro y simple.
Portugal ganó el año pasado jugando a lo que siempre ha jugado (variantes del fado), si bien mostrando una imagen diferente, la de un país avanzado al que ya le están yendo bien las cosas. Salvador Sobral (Lisboa, 1989) ganó en 2017 con Amor pelos dois, una canción compuesta por su hermana Luisa. Es un músico formado en el jazz (por cierto, en Barcelona) y como psicólogo, que ganó el Festival RTP de su país y supo vender bien la historia (que ganara “el sentimiento” por encima de los fuegos artificiales). Ganó tanto en televoto como en el jurado “profesional”, alcanzando una puntuación histórica.
Como decía Napoleón, “de lo sublime a lo ridículo sólo hay un paso” (Manel Navarro, nuestro representante el año pasado, cantó “gallos” y quedó el último; la israelí, haciendo “la gallina”, ha quedado la primera). Este año TVE ha presentado un tema similar, ‘Tu canción’ de Alfred y Amaia (sí, de menor calidad, pero esa es otra historia) y ha quedado en el número 23 de 26 participantes en la final. Un fiasco.
Si el valor depende de las expectativas del cliente (cliente es “el/la que paga”, en este caso viendo el festival y mandando SMS), ¿qué esperan los clientes de Eurovisión? Esa es la pregunta clave. Pregunta que conviene hacerse (porque no es simple sino compleja) si un país quiere ganar una competición (si apenas invierte 400.000 euros en emitirla, como hace el nuestro, la probabilidad tiende a cero).
Hace una semana, The Daily Telegraph publicó un artículo (en las páginas culturales) sobre ‘Cómo Gran Bretaña puede ganar Eurovisión en 10 pasos’, por Charlotte Runcie. Una buena entrada, mejores canciones, promover actos previamente, una gran performance, actuar en la segunda mitad (los votantes olvidan a quienes cantan primero), mandar un mensaje, pensar en los derechos humanos, seguir las tendencias, no tomarse no ganar como un fracaso, considerar la derrota con elegancia. Sentido común.
Gana el ICONO. Cinco diferencias entre la premiada canción israelí y la española perdedora.
– Identidad: ‘Toy’ trata del bullying (“No soy tu juguete, chico estúpido”). ‘Tu canción’ trata… ¿de qué trata? ¿de amor? “Siento que bailo por primer vez/ Eres el arte que endulza la piel”. Apuesta por una causa.
– Carácter: el de Netta Barzilai es innegable. Una chica de 25 años, cantante y DJ, nacida en Hod HaSharon, que ha vivido en Nigeria cuatro años, ha sido consejera de un movimiento juvenil sionista y ha servido en las Fuerzas Armadas de su país. Alfred García (El Prat, 1997) es estudiante de la UIC, toca el trombón y es autodidacta en guitarra, batería y teclados. Su novia Amaia Romero (Pamplona, 1999) es sobrina del gerente del Orfeón pamplonés y de una catedrática de canto; ha participado en concursos de la tele desde 2010. El Liderazgo es ante todo carácter.
– Orquestación: Tradicionalmente, es la práctica y el arte de escribir para orquesta. En el mundo digital, en la época de los DevOps, es la gestión automática de la infraestructura gracias a la app. Canción en inglés (lingua franca) con algunas notas en hebreo, con cacareos, vestida con un kimono, dos moños (como un muñeco manga), un tablero de luces, gatos de la suerte (con la mano en movimiento) y un coro de tres bailarinas. La puesta en escena de A&A no podía ser más modesta e insulsa frente al “chicken dance” y los alardes vocales de Netta.
– Notoriedad: El vídeo oficial de ‘Toy’ en Youtube lo vieron/vimos 24 millones de espectadores antes de Eurovisión (la segunda canción, apenas el 25%). A día de hoy, 29 M. El festival antes del festival (gracias, Amalia Blanco, por darme a conocer la canción). Si una de las mayores expertas en comunicación y en cine queda impactada, por algo será.
– Ordinarios (o no): “El puesto es una mierda, la verdad” (Amaia). “Teníamos asumido que nos daba igual” (Alfred). Se trata de ser únic@s.
Condición necesaria para ganar Eurovisión: que el país que se presenta quiera triunfar en el concurso. Fue evidente con Rusia, con Ucrania, con Portugal y lo ha sido este año con Israel (que transmite una imagen de nación avanzada, tolerante, de emprendedores). España, líder en el sector turístico, no necesita Eurovisión para atraer visitantes; en la esfera internacional está prácticamente desaparecida por razones obvias. Moraleja: si no hay propósito (el “para qué” de l@s coaches) no se puede ganar, porque no sabes a qué juegas.
Condición suficiente: que los mecanismos internos coincidan con los del mercado (externo). Esto de presentar una canción con una parejita que vive una historia de amor puede servir para relanzar ‘Operación Triunfo’, pero al continente no le interesa en absoluto (una euforia artificial similar a la de ‘Europe’s living a celebration’ con Rosa). Este desfase interno-externo me recuerda a esos partidos políticos cuyos candidatos surgen de primarias: mucho tirón interno, muy bajo tirón electoral. O a esas instituciones cuyas élites cuidan muy bien el dominio interno pero no conectan con el exterior. O a las empresas que ascienden a “los suyos”, que carecen de calidad directiva, comercial o intuitiva. Como lo interno no es un espejo de lo externo, el final se acerca.
No olvidemos la definición de Talento (J. A. Marina dixit): la inteligencia triunfante que elige bien las metas (¿vas a ganar el Festival o a ser un comparsa e invocar al azar?), manejar la información (de los clientes), gestionar las emociones (desde una Propuesta de Valor) y practicar las virtudes de la acción (hacer las cosas necesarias para ganar). Hay quienes ni se enteran de lo que ha pasado (no profundizan), quienes se preguntan qué ha pasado y quienes hacen que las cosas pasen, porque el éxito no es casualidad. Es cuestión de Liderazgo. En la política, en la empresa, en la sociedad, en el Festival de Eurovisión. Don José Ortega y Gasset lo dijo mejor: “lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa, y eso precisamente es lo que nos pasa”.
Sobral, el ganador del año pasado, calificó a la triunfadora de 2018 como “una canción horrible”. Está claro que el talento del cantante portugués está en cantar, precisamente, pero no en producir temas de éxito.
Israel ha ganado en cuatro ocasiones: 1978 (A-ba-ni-bi),1979 (Hallelujah), 1998 (Dana International) y ayer. España, en una (el ‘La La La’ de Massiel, 1968) y cuarto (‘Vivo cantando’, de Salomé, 1969; cuádruple empate). Israel (8 millones de personas, una start-up por cada 1.844 habitantes, la mayor concentración emprendedora del planeta) gana cada 20 años el festival de Eurovisión. España no ha ganado en el último medio siglo. La “Start-up Nation” por innovación (cultural), educación (universidad-empresa: 250 patentes por cada millón de habitantes; tras Taiwán, Japón y EE UU) y tecnología (140 ingenieros por cada 10.000 empleos, la más alta del mundo), sin olvidar su cultura militar, la inversión en I+D (4’2% frente al 1’3% de España) y la globalización (el mercado local es del tamaño de Cataluña). 92 empresas en el Nasdaq. Tel Aviv como “Silicon Wadi”, una de las principales capitales gays.
La canción que “toca” hoy es precisamente la de Israel, ‘Toy’, de Netta (un nombre bisilábico, inolvidable) Barzilai.
Eurovisión como “Toy Story”. Estamos en la sociedad del espectáculo.
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