Estupenda primera jornada de Coaching de Equipo con el Comité de Dirección de una importante empresa cliente hoy en Alicante. Mi agradecimiento a todo el equipo. A pesar de que algunos de sus miembros llevan más de dos décadas juntos, están descubriendo el valor de una Visión compartida (ambiciosa, ilusionante), de un Enfoque profesional de análisis de problemas y toma de decisiones (aprovechando las fortalezas características de cada uno), de Roles compartidos (a través de herramientas como los estilos de aprendizaje y el diversigrama), de la Confianza (como “cuenta corriente emocional”, Stephen Covey) y el Compromiso (con reglas concretas), de la “team learnability” (capacidad de aprendizaje como equipo) y del dinamismo del entorno (parrilla ERAC para implantar una “estrategia de océano azul”). Como dice el DG, esta empresa está pasando del notable a la matrícula de honor. Es un honor colaborar en el proceso.
Vivimos en un mundo híperVUCA en el que el cambio se va a multiplicar por 6 en los próximos 3 años, lo que requiere de una transformación individual y colectiva sin precedentes. ¿Seremos capaces?
He estado leyendo, a este respecto, un interesante artículo en la web de Psycholgy Today: ‘¿Puede cambiar de verdad la gente?’, del Dr. Seth Gillihan.
El autor parte del término “Personalidad”, utilizado para describir rasgos consistentes en el tiempo y en el espacio, como la extraversión. Como predictor de comportamientos, nos aportan una idea general sobre la forma en la que pensamos y actuamos. Las nuevas investigaciones demuestran que la personalidad puede cambiar a largo plazo, por ejemplo para ser más estables y emocionalmente inteligentes a medida que maduramos. Se trata de un proceso de desarrollo natural de varios años.
Roberts y su equipo se han preguntado si el tratamiento puede cambiar la personalidad “en un corto periodo de tiempo”, centrándose en los “cinco grandes”: extraversión, estabilidad emocional, apertura, consciencia y agradabilidad. Después de analizar en profundidad más de 200 estudios sobre tratamiento (desde medicaciones a psicoterapia) junto con un grupo de control con una duración media de seis meses (lo que suele ser un proceso de coaching), los resultados han concluido que:
- el tratamiento puede cambiar la personalidad. Se trata de cambios de corto y medio alcance, de forma destacada. Los efectos son independientes del género y la edad.
- los cambios de personalidad se mantienen durante el tiempo. En la mayoría de los casos, el seguimiento demuestra que la transformación perdura 6 meses después. Incluso un año o más.
- algunos rasgos de personalidad responden mejor a los tratamientos. El efecto más importante es el de la estabilidad emocional (lo opuesto a la neuroticidad); el menor, la apertura a nuevas experiencias. Curiosamente, el segundo mayor cambio es el de la extraversión-intraversión (citando a William James, padre de la psicología, “el pájaro no canta porque sea feliz, es feliz porque canta”). No depende sólo del rasgo, sino de la intervención. Por ejemplo, tratamientos contra la ansiedad o la depresión incrementan la estabilidad emocional.
- distintos tipos de intervenciones logran el cambio de personalidad. Aunque las terapias de apoyo y cognitivas logran efectos mayores, otros tipos de tratamiento también funcionan (la medicación es la de menor efecto, por cierto).
- la transformación personal depende del propósito del tratamiento. No por casualidad, las personas que han sido tratadas por ansiedad o desórdenes de la personalidad son las que más cambian, en tanto que las que sufrían desórdenes alimenticios o toxicológicos las que menos.
- Las implicaciones de estos descubrimientos son que los cambios de personalidad pueden lograrse en menos tiempo del que creíamos (hasta en cuatro semanas, si los objetivos están claros). A los dos meses, un tratamiento adicional no consigue mayores cambios.
Es posible que las personas cambiemos… si realmente queremos. Por ejemplo, un episodio de depresión puede reducir el nivel de estabilidad emocional. Un tratamiento eficaz contra la depresión permite recuperar los niveles de estabilidad emocional previos al problema. Es la consciencia de la situación la que permite que se resuelva.
El Dr. Gillihan concluye: “Si piensas en iniciar una terapia porque no eres la persona que solías ser, los beneficios del tratamiento son claros: te sentirás mejor porque serás una mejor versión de ti misma”.
Esta mañana, en la primera jornada de coaching de equipo, les he recordado a los participantes la distinción entre temperamento, carácter y personalidad que aprendí del maestro José Antonio Marina (nuestro mentor de educación y generación del talento impartirá una MasterClass el próximo 7 de noviembre en Valencia).
Marina nos recuerda que el carácter, desde la antigua Grecia, es el conjunto de hábitos que configuran una personalidad. Los buenos hábitos se llaman virtudes, y los malos, vicios. La Virtud (la areté, como decían los griegos) era la suma de fortalezas intelectuales (como el pensamiento crítico, el razonamiento, la argumentación, la creatividad) y fortalezas morales: la tenacidad, la conciencia moral, la capacidad de elegir, la valentía, la capacidad de resistir el esfuerzo y aplazar la recompensa… Carácter que, en griego, se denominaba “Ethos”.
Por eso, José Antonio Marina nos enseña que hay tres niveles diferenciados. La personalidad recibida (género, habilidades intelectuales básicas, temperamento). La personalidad aprendida (mediante la experiencia y el aprendizaje): carácter. La personalidad elegida, por el proyecto de vida. “Si no fuéramos libres, nuestra personalidad y nuestro carácter se confundirían”, explica Marina. Libertad es Responsabilidad. Afortunadamente, somos libres (el libre albedrío está indisolublemente ligado al humanismo, como explicaba un servidor en ‘El triunfo del Humanismo en la empresa’). Sin embargo, aprovechamos poco esa libertad para cambiar a mejor.
Mi gratitud a todas las personas que me habéis dado la enhorabuena por la entrevista de Maite Sáenz que ha sido portada del número 127 (octubre) de ORH. Un honor representar a ManpowerGroup y comentar con Maite la Learnability (Aprendibilidad) como requisito de supervivencia organizativa.
Como canción, por aquello de los cambios, ‘Nothing is gonna change…’ en la versión de Glenn Medeiros (1987): www.youtube.com/watch?v=kybeq2dWBf8