Ayer tarde/noche celebramos la “cervecita” de Right Management. Ha sido un año histórico (como en todas las Marcas de ManpowerGroup) y merecía una celebración. Mis compis me pidieron que la canción de hoy en el blog fuera el hit de Maluma, ‘Felices los cuatro’: www.youtube.com/watch?v=t_jHrUE5IOkPues eso.
Mi gratitud y admiración a María José Martín, una líder empresarial que ha configurado un equipo de enorme talento, una líder “binocular” capaz de mantener la visión y la perspectiva estratégica (desde los valores y los principios) y de “bajar a la arena” en el más mínimo detalle, sin caer en la trampa de la microgestión. Admirable.
Almuerzo en el ‘Nou Manolín’ con un Director General amigo, uno de los mejores directivos que conozco. Y lo mejor está por llegar, después de la impresionante transformación que ha llevado a cabo en un entorno especialmente difícil.
Hoy es 14 de julio, la Fiesta Nacional Francesa. He decidido homenajearla a mi manera, leyendo el libro ‘Revolución’, del flamante nuevo presidente de la República, Emmanuel Macron.
Como sabes, se conmemora la Toma de la Bastilla y la Revolución de 1789 (“libertad, igualdad, fraternidad”). Hace 228 años, el precio del pan alcanzó cotas intolerables y se rumoreaba que la guardia del rey iba a disparar a la población desde la Bastilla. 50.000 personas, que no tenían nada que perder, asaltaron los Inválidos, tomaron las armas y se dirigieron a la misma, donde liberaron a los presos (eran siete: cuatro falsificadores, dos locos y un noble libertino). Luis XVI dormía plácidamente en el Palacio de Versalles cuando el estruendo de fusiles y cañones le despertó. Entonces preguntó ingenuamente: “¿Es una revuelta?” (C’est une revolte?). El duque de La Rochefoucauld respondió: “No, Sire, es una Revolución”. El duque moriría asesinado tres años después en las masacres de septiembre en Gisors. El término “Revolución”, tomado de la astronomía, se refería a la incapacidad de anticipar las órbitas de los planetas. Puro caos, de la naturaleza a la sociedad.
“Apoyo a Macron. No apela a los miedos de la gente, sino a sus esperanzas”, ha señalado el expresidente de EE UU Barack Obama. Como sabes, Macron es licenciado en filosofía (Nanterre), estudió en el Instituto de Estudios Políticos y en la Escuela Nacional de Administración. Trabajó en la Banca Rothschild durante cuatro años, pasó a ser asesor del presidente Hollande y ministro de Economía (2014). Dimitió dos años después para crear el movimiento ‘En Marche!’ (que no por casualidad comparte sus siglas), se convirtió en presidente por un “cisne negro” (la debacle socialista de Hollande y Valls, los escándalos de François Fillon, que parecía el nuevo Sarkozy; el apoyo del centrista Bayrou; y en segunda vuelta, la amenaza de Marine Le Pen) y domina cómodamente la Asamblea Nacional por un “rino gris” (el apoyo al ganador: 361 escaños de 577, con una abstención del 56%).
En el libro, Emmanuel Macron parte de sus orígenes: nació en Amiens (1977), hijo de médicos de la sanidad pública, su abuela le enseñó a estudiar, a los 16 años se fue a París. Partiendo de la Filosofía, le entusiasmó la política, conoció el Elíseo desde dentro y en apenas 10 meses se convirtió en el Presidente (200 voluntari@s, crowdfunding de entre 1.000-7.500 € de aportaciones de ciudadanos, 32 M € de recaudación).
Macron cree profundamente en la democracia (“pienso que el pueblo esconde tesoros de energía insospechados, incluso entre quienes pretenden hablar en su nombre”), en el papel del Estado (“La política no es, y nunca debe serlo, una profesión reglamentada”), en su país (“Tenemos la obligación de hacer entrar a Francia en el siglo XXI. Ese es nuestro desafío”, “Francia es también un Estado y un proyecto: el de una nación que libera”), en la República (“que amamos, aquella a la que queremos servir, es la de nuestra liberación colectiva”), en la verdad (“la única verdad francesa es la de nuestro esfuerzo colectivo para hacernos libres y mejores de lo que somos, ese esfuerzo que debe proyectarnos hacia el futuro”).
Para “la gran Transformación”, el presidente Macron propone una revolución “en las maneras de investigar y de innovar”. En la civilización del riesgo (peligros medioambientales, terrorismo islamista, geopolitica), “estamos en el estadio final de un capitalismo mundial que, por sus excesos, manifiesta su incapacidad para perdurar”.
“Lo que mantiene unida a Francia es su pasión real, sincera, por la igualdad”. Macron apuesta por la educación (invertir en nuestro futuro), si bien no marca un porcentaje de inversión del PIB en la misma; por la reducción del gasto público (el francés es el 56% de la riqueza nacional, cuando la media europea es del 49%), por la transición ecológica (energías renovables), por la extensión de la fibra óptica a todo el país, por las inversiones privadas (Incentivo Fiscal a la Competitividad y el Empleo), por la mejora de la financiación a las compañías. Producir en Francia (industria) y salvar el planeta (tecnologías limpias). “Hay que permitir que todos encuentren una manera de comprometerse, confiando en la eficacia de las decisiones públicas”.
El combate por la educación pasa por la escuela primaria, por la formación profesional y por la universidad. “¿Cómo conseguirlo? ¡Gracias a los profesores!”.
Luchar porque cada uno pueda vivir de su trabajo propio. Reducir las reglas (demasiadas reglas y demasiado rigidas). Empleabilidad (“no podemos prometer la seguridad del empleo”). Hacer más por los que tienen menos (reducir las desigualdades: 9 millones de francesas viven bajo el umbral de la pobreza), con el deber de solidaridad. Luchar contra las discriminaciones de género, religiosas, las minorías étnicas, ante la jubilación. Reconciliar las Francias (“el sueño francés ha sido siempre un sueño de unificación”): metrópolis y resto del país, servicios públicos. “Querer a Francia es querer sus valores”. el corolario de la acogida es la exigencia. Controlar nuestro destino: “tenemos un deber de ejemplariedad”. Macron repasa la idea europea (la necesidad de refundar Europa. “Europa languidece por falta de sentido de la responsabilidad”) y el papel galo en África, la política árabe y mediterránea, la amistad con Israel, la relación con Rusia y Estados Unidos… “Tenemos que encontrar un nuevo humanismo”.
Emmanuel Macron concluye: “Todo eso son sueños, me diréis. Sí, los franceses en el pasado soñaron con lo mismo. Hicieron la Revolución. Algunos incluso la soñaron antes. Luego nosotros hemos traicionado sus sueños con la desidia. Con el olvido. De acuerdo, sí, son sueños. Requieren altura de miras, exigencia. Imponen compromiso, nuestro compromiso. La revolución democrática es el medio que nos permitirá reconciliar en Francia la libertad y el progreso. Es nuestra vocación y no conozco ninguna más hermosa”.
Ojalá las esperanzas de nuestro país vecino, y del conjunto de la Unión Europea, se alcancen.