Ayer tarde, mientras estaba reunido con el presidente ejecutivo de una gran compañía con el que trabajo, “la rojita” (la selección española de fútbol sub-21) ganaba el campeonato de Europa. Nos hemos acostumbrado a disfrutar de nuestro deporte y ya nos parece habitual que nuestras selecciones (la absoluta, que jugó maravillosamente ante Uruguay en su primer partido de la Copa Confederaciones, la mencionada sub-21 en Israel, la sub-20 que inicia el Mundial en Turquía) vuelvan a casa con grandes éxitos.
Tanto en la empresa como en el deporte, solemos explicar que las cosas van bien en términos de talento individual (en la sub-21, el talento de Thiago, de Isco, de Morata o de De Gea), cuando lo más importante es el talento colectivo. La capacidad, en este caso de Julen Lopetegui como seleccionador, de generar sinergias entre estos cracks. Porque, por muy buenos que sean, si se anularan unos a otros el resultado sería muy pobre. Esto lo tienen muy claro los grandes coaches deportivos y no tan claro lo tenemos en las organizaciones empresariales.
Te recuerdo que el Talento, así con mayúsculas, es Capacidad por Compromiso en el Contexto adecuado. La Capacidad es aptitud (conocimientos y habilidades) + actitud (comportamientos). Por tanto, debemos detectarla en las personas y mejorarla a través de la formación y el desarrollo. El Compromiso es la energía (las cuatro energías: física, mental, emocional y de valores) que le ponemos al proyecto, y debemos gestionarla internamente y en los demás. ¿Y el Contexto?
El Contexto son 4 C, como el marketing mix del Producto son 4 P (producto, precio, promoción y plaza). El Producto es la Cultura, “el modo en el que hacemos las cosas aquí”. Un buen líder debe explicitar en lo posible la cultura actual y la cultura deseada (en una integración, lo normal es que los nuevos se atrincheren en lo que conocen a falta de una cultura percibida como mejor para ellos), especialmente en lo relativo a los valores, y mostrarla cotidianamente a través del ejemplo. Sé que no es tarea fácil, pero no queda otra, porque el talento es más desobediente que sumiso.
La promoción es el Clima, el ambiente de trabajo, que va más allá de la “encuesta de clima” (la constatación de lo que pasa y no pasa). El clima es en un 70% responsabilidad de quien lidera. Un buen clima, como sabes, se genera trabajando en siete áreas: Clarificar las expectativas, Explicando la excelencia (que es un trabajo muy bien hecho), Dando autonomía, Fomentando la innovación, Practicando el reconocimiento, Mostrando retos ilusionantes y Clarificando la ventaja que tenemos como equipo. Los líderes son conscientes de ello, porque el clima supone el 44% de los resultados.
El precio es la compensación, tanto retributiva como no retributiva (lo que algunos llaman “salario emocional”). A l@s integrantes del equipo tiene que merecerles la pena formar parte del equipo, y eso se construye día a día.
Y finalmente la promoción son las competencias, y especialmente aquellas ligadas a la Cooperación. Junt@s somos más y mejores. Como líderes, debemos promover el altruismo y la generosidad como competencias nucleares del equipo.
Fácil de decir, difícil de hacer. Pero es lo que toca. David Maister, en una investigación clásica (Predica con el ejemplo) nos enseñaba que las empresas de mayor éxito son aquellas que, cuando crecen de forma no orgánica (incorporando talento de fuera) no sacrificaban sus estándares de excelencia, porque el talento es realmente una prioridad. Ciertamente.
Integrar es constituir un todo a través de las partes. En matemáticas, la integral es la base del cálculo, es tan antigua como Arquímedes (¡eureka!) y la desarrollaron Newton o Leibniz. En la empresa, los líderes que no saben/quieren/pueden integrar muestran enormes limitaciones.
A integrar se aprende en matemáticas. Y en la gestión empresarial, también.
Mi gratitud a los líderes integradores y a quienes se esfuerzan, desde la asertividad, por incorporar talento e integrarlo en el equipo.