Lunes en Madrid, único día de la semana que estaré por aquí.
He estado leyendo Prepárense para perder. La era Mourinho, 2010-2013, del periodista deportivo Diego Torres. Una historia (reciente) sobre el entrenador portugués que fichó el Real Madrid tras conquistar la Champions con el Inter. Crónica de las luces y sombras de este gran coach: “El problema es que cuando a Mou no le van bien las cosas, él no hace política de club. Hace política de José” (declaraciones de un directivo del Manchester United; tras la retirada de Ferguson, Mourinho pensaba sucederle). “Nunca en la historia del Real Madrid hubo un entrenador más poderoso ni más desdichado; ni más deseoso de rescindir su contrato con el club; ni más feliz de poner fin a una aventura que se había convertido en un tormento”. Fue un volcán de nombre impronunciable (Eyjafjalljökull) el que propició que el Barça tuviera que ir en autocar a Milán y perdiera, tras el 3-1 de ida, las semifinales de la Champions 2010. Esa circunstancia aparentemente azarosa, más la amistad de José Ángel Sánchez (DG ejecutivo del Real Madrid) propiciaron la llegada de Mou. “Lo que me ha encantado de Mourinho es lo que seguro les encanta a todos ustedes: ilusión, esfuerzo, profesionalidad, motivación, competencia, en fin… Todo lo que le hace ser el mejor entrenador”. La derrota (5-0) en su primer partido contra el FC Barcelona; el papel de Jorge Mendes, el representante, en Valdebebas; sus broncas a Pedro León; la desidia con los adversarios modestos (el ejemplo de la pugna con el Levante); el enfrentamiento con Casillas (que se había disculpado ante Xavi y Puyol por lo sucedido en el campo); la búsqueda del fichaje de Hugo Almeida (críticas a Benzema e Higuaín); el miedo como “impulsor” (el chamanismo es un intento desesperado por controlar el terror imitándolo); la inclusión de Coentrao para “ponerlo en valor”, con las funestas consecuencias contra el Borussia Dortmund y en la Supercopa (“el fichaje de Coentrao se presentó como un error incomprensible, y el vestuario le estalló entre las manos poniendo en cuestión ante la opinión pública su capacidad de liderazgo y su mística de carismático”); su abierto autoritarismo; el “trivote”; la opinión de Zidane (“el francés confesó a un amigo que cuanto más lejos se mantuviera del manager, mejor, puesto que no había conocido a nadie más taimado en los 30 años que llevaba trabajando en el fútbol profesional”). Diego Torres concluye: “En la calle, en ciertos platós de televisión, en los consejos de administración, y en algunos despachos, las reglas de oro del reality-show derogaron las leyes del fútbol bajo un manto de ruido”.
Tzvetan Todorov nos alerta sobre el “mesianismo democrático”. En su ensayo La experiencia totalitaria, nos advierte del peligro de los “Mesías” que nos van a salvar, y que ganan las elecciones democráticamente. Hoy le entrevistaba Víctor Núñez Jaime en la contraportada de El País. Hijo de bibliotecarios en la Bulgaria comunista, llegó a París en 1963. Filósofo, lingüista y ensayista, ha ganado el premio Eulalio Ferrer de este año. “Europa no goza de buena salud. Pero no se puede imaginar otro futuro para los países que la componen. Por tanto, los europeos estamos condenados a entendernos y a avanzar juntos”. A sus 74 años, el autor de Los enemigos íntimos de la democracia está preocupado por el fenómeno migratorio: “Hay que colaborar para que no haya personas que tengan la necesidad imperiosa de venir a Europa, ayudar a gobiernos e instituciones sociales para que contribuyan a que se ganen la vida dignamente allí donde han nacido”.
Aplicaciones prácticas del Mourinhismo y el peligro de los mesianismo para nuestro talento y liderazgo.
1. Los Mesías no son auténticos líderes, porque “no hay equipo sin líder ni líder sin equipo”. El mesianismo no hace equipo, sino que busca fanáticos seguidores. Por tanto, no hay sinergias como resultado de la acción del equipo.
2. El talento crece, se aprecia, desde la lealtad y no desde la fidelidad. La fidelidad es la obediencia absoluta (“o estás conmigo o estás contra mí”); la lealtad incluye criterio propio y, por tanto, añade valor.
3. El miedo, siendo la emoción más frecuente, no es la más poderosa. El amor triunfa sobre el miedo, por lo que la fe (la inspiración del líder) supera a la humillación.
4. El victimismo no ayuda; el optimismo inteligente marca la diferencia.
5. No se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo. La verdad prevalece.
6. Preferir a los halagadores que no tienen talento es una derrota a medio plazo, cuando no a corto.
7. Es una fantasía (cómoda, pero utópica) pensar que alguien lo sabe todo y tiene todas las respuestas. Esa “delegación de tu propia libertad” va en contra de la ética.
El mesianismo (democrático o no) está trasnochado. El verdadero liderazgo, en el fútbol como en la vida, es lo que marca la diferencia.