Domingo de nieblas matinales y sol a mediodía. Mi hija Zoe estuvo ayer en la Puerta del Sol por la Venezuela libre del presidente Guaidó y me siento muy orgulloso de ello. Gracias, Zoe, por tu compromiso.
Respecto a la ceremonia de los Goya (una vez más, aburrida; parece que desconocen los organizadores que el propósito debería ser que los espectadores vieran más cine español. Su complacencia y endogamia es preocupante), estoy de acuerdo con los premios al mejor diseño de vestuario (Sonia Grande), maquilaje y peluquería (Ana López-Puigcerver, Belén López Puigcerver y Nacho Díaz), dirección de producción (Carla Pérez de Albéniz), dirección artística (Pedro de Gaspar) y actor de reparto (Eduard Fernández) por ‘Mientras dure la guerra’ de Amenábar. Cinco Goyas muy merecidos. También me parece justo el Goya al mejor guión a Pedro Almodóvar, a la música original (Alberto Iglesias), al montaje (Teresa Font) y a la actriz de reparto (Julieta Serrano) por ‘Dolor y Gloria’. Y también comparto la argentina ‘La odisea de los Giles’ como mejor película iberoamericana.
No puedo pronunciarme sobre el Goya a los efectos especiales (lo ha ganado ‘El hoyo’, una película que no he visto), sonido (La trinchera infinita), ni fotografía (Lo que arde), ni los cortometrajes ni la mejor actriz revelación ni el mejor documental ni la mejor peli de animación.
Sobre los cuatro grandes premios, como no he visto todavía ‘La trinchera infinita’ no puedo pronunciarme sobre el premio a la malagueña Belén Cuesta, que por otro lado es una actriz que me encanta. Creo que, con todo respeto al gran Antonio Banderas, el Goya al mejor actor debería haber sido para Luis Tosar (Quien a hierro mata). El de mejor director, sí, a Pedro Almodóvar pero el de mejor película creo que debería haber sido para ‘Mientras dure la guerra’ de Amenábar. En fin. Como han escrito Tomasso Koch y Nacho Sánchez, “Todos esperaban a Marisol… y apareció Pedro Sánchez”. Así son las cosas en nuestra sociedad del espectáculo.
He estado leyendo ‘Brave New Work’, de Aaron Dignan. Como sabes, es un juego de palabras con la obra de 1932 de Aldous Huxley ‘Brave New World’ (Un mundo feliz), así que podríamos traducirlo libremente por ‘Un curro feliz’. Aaron Dignan es el fundador de “The Ready” (Los preparados), y por ello el subtítulo del libro reza:”¿Estás preparado para reinventar tu organización?”. The Ready es una firma de diseño y transformación de las organizaciones que ha trabajado con Johnson & Johnson, Charles Schwab, Kaplan, Microsoft, Lloyds Bank, Airbnb o el Smithsonian.
‘Brave New Work’ tiene tres partes y un epílogo.
- Future of Work (El futuro del empleo). Comienza citando a Platón: “El comienzo es lo más importante de la obra”. Cuidado con los “sabotajes de carrera”, porque lo único que no cambia es la gestión. El progreso tecnológico vale para ser más eficiente y poco más (Aldous Huxley). El autor repasa la obra de Frederick Taylor (Principios del Management científico, 1911) y su legado. La burocracia tiene un coste y una deuda organizativa, que es la sostenibilidad: los datos de Richard Foster e Innosight sobre las S&P500 revelan que en 1958 su esperanza de vida era de 61 años; ahora se aproxima a 12 años. En estos 60 años, el ROA (rentabilidad sobre activos) ha pasado del 4’7% al 1’3%. Digman propone las organizaciones evolutivas con gente positiva. “No podemos cambiar las cosas hasta que no tengamos ideas frescas de gente diferente”, James Hillman. Hemos de ser conscientes de la complejidad (“Es totalmente posible que obtengas comportamientos imprevisibles de reglas previsibles”; Frank Heppner) y valientes: “Todos los modelos se equivocan, pero algunos resultan de utilidad” (George Box, estadístico).
- El sistema operativo. “El 94% de los problemas no son de personas, sino de sistema operativo”. Con OS (Operating System) Aaron Dignan se refiere a nueve variables: Propósito (Cómo nos orientamos), Autoridad (Cómo compartimos el poder y tomamos decisiones), Estructura (Cómo nos organizamos), Estrategia (Cómo planificamos y priorizamos), Recursos (Cómo invertimos nuestro tiempo y nuestro dinero), Innovación (Cómo aprendemos y evolucionamos), Workflow (Cómo dividimos y realizamos el trabajo), Reuniones (Cómo nos encontramos y coordinamos), Información (Cómo compartimos y usamos los datos), Membresía (Cómo definimos y cultivamos las relaciones), Maestría (Cómo crecemos y maduramos) y Compensación (Cómo pagamos y proveemos).
- El Cambio. “Cuidado, al luchar contra dragones, que no te conviertas en un dragón, y cuando te acerques al abismo, el abismo no se acerque a ti”. Dignan nos habla de dos tipos de compañías: Control y Emergencia, del modelo de John Kotter de gestión del cambio en 7 etapas y de la necesidad de “cambiar lo que tenemos que cambiar”. La transformación ha de ser continua y participativa, a través del compromiso, las fronteras, el “priming” (Pensar de manera diferente), el “tipping” (la descentralización), lo esencial y la continuidad. Es esencial la “seguridad psicológica” (Amy Edmonson, Harvard); citando a Simon Sinek: “Un equipo no es un grupo de personas que trabaja juntos, sino un grupo que confía el uno en el otro (trust each other)”. El papel del/de la líder es esencial: ha de crear espacios y mantenerlos, elevando la escala.
Epílogo: Cómo se alcanzan los sueños. “El futuro es presente, mal distribuido” (William Gibbons). Dignan concluye: “Somos capaces de hacer más. Basta con empezar, con continuar. El progreso sobre la perfección. La valentía sobre la prudencia. Porque esto no es “business as usual”, sino “un curro feliz (a brave new work).
Gracias, Aaron. Te recomiendo su vídeo ‘Cómo revolucionar la forma en que trabajamos’
Mi agradecimiento también a la periodista Rosa Carvajal (La Razón) por su artículo sobre el On Boarding, la bienvenida a la empresa, en el que tiene la amabilidad de citarmen.
La canción de hoy, ‘A whole new world’ (Un mundo ideal), de la banda sonora del nuevo Aladdin, con personas, por Mena Massoud y Naomi Scott